Por la mañana en una terraza de una cafetería de la calle se caen del cielo los rayos brillantes y calurosos que acaban de salir del sol hacía a los ojos, los labios y el corazón, pegándose a mí para que sea parte de ellos y del cielo.
Así soy el cielo y ellos son yo.
Tomando un té que me empapa de aroma todo el cuerpo y tiñéndome de él el alma y el corazón.
No importa que sea sola sino que estoy con un buen té y pensándote.